sábado, abril 15, 2006

Una imposible red de espejos

No es posible, una vez que se lee a Pessoa, escapar a la sensación de que nunca podrá decirse algo sobre una obra que, como ésa, penetra tanto nuestra vida, nos conduce de una manera tal. En efecto, pensar a Pessoa es difícil. El camino hacia su verdad parece bifurcarse, y el sendero más amplio cobra su peaje manteniéndonos en la angustia de estar perdiendo la identidad, de estar utilizando su propio lenguaje; si se permite, siendo, nosotros mismos, tan sólo un medio más para su expresión, un nuevo vehículo para su desdoblamiento heteronímico. El segundo camino no es menos nefasto y sólo puede recorrerse atacándolo indiscriminadamente, desplazándose vertiginosamente como para salvarse de su influjo, de su sobrecogedora presencia en nosotros. Sería por demás superfluo tomar este camino, si atendemos a las palabras que el poeta nos regala en una de sus cartas: “Nadie me ofende si me contradice: para una criatura como yo, de opiniones tan poco sólidas, y de sentimientos tan cambiantes, la discrepancia no tiene aquel sentido de agravio que asume para los firmes y para los dogmáticos, porque yo vivo en habitual discordancia conmigo mismo”.

Este "blog" pretende ser la fundación de un nuevo sendero que serpentee entre aquellos dos, sin permanecer en ninguno; y lo más probable es que tampoco alcance aquella verdad que, como él, se disuelve en la espera sin espera del lugar que ha sido devorado por su centro.

TaBaCaRio

En el mes del nonagésimo aniversario de publicación del que tal vez sea el más recordado poema de Fernando Pessoa, esta traducción de Tabaca...